Tuesday, January 22, 2013

El amor a los treinta y tantos...

Cuesta trabajo hablar de amor a esta edad, es más, cuesta trabajo creer en el amor a esta edad. Pasamos la adolescencia soñando con nuestra boda, con nuestro hermoso príncipe azul, con nuestro vals (todas sabemos que canción bailaríamos), con los centros de mesa, las flores, las damas; calculamos hasta el más mínimo detalle; después se vuelve un tanto complicado seguir pensando en ese momento cuando el novio aparece en ese sueño con la cara difuminada... Entonces empezamos a pensar que a lo mejor somos ese tipo de persona que no está hecha para casarse, pero que a fin de cuentas quiere compartir la vida con ese ser especial. Y empezamos esta fantasía de ser “diferentes”... Pasan los años y se convierte mucho más fácil tener una relación en la cama que una en la vida real, sabemos lo que queremos, no nos da miedo ni mostrarlo ni pedirlo, pero el príncipe azul se convierte en alguien que te entienda en la cama y que esté dispuesto a manejar a la hora que sea para verte, en el estado en el que te encuentres; las pláticas importantes, las confesiones, las risas, los sueños; son cosas que se hablan bajo las sábanas entonces uno se da cuenta que han pasado años de relaciones importantes de apapacho y ninguna en el “mundo real”. Y una está feliz con esas relaciones, aunque los hombres vayan cambiando, se vayan casando. Siempre quedarán esos momentos importantes bajo las sábanas. Llegan los momentos en que nos cuestionamos que seguramente no ha llegado el príncipe azul porque seguimos coleccionando momentos en la cama, descubrimos nuestro patrón y nos damos cuenta que la estamos cagando BIG TIME...entonces empiezan las promesas y decretos de celibato hasta que encontremos el amor... y pasan los días y los meses y el amor no llega y una ya esta arañando las paredes, así que desistimos de aquella promesa y pensamos que el amor llegará cuando tenga que llegar y que eso no debe de interponerse con nuestra felicidad sexual (regresamos a las relaciones de sábanas)... Me gustaría tener una conclusión de aliento, una historia de éxito y decir que ese amor llega cuando menos te lo esperas, o es cuestión de volverse vulnerable, o de abrir los ojos, o de salir a buscarlo, o de dejar de buscarlo y esperar porque el amor te encuentra; pero en mi caso ese no es el final; más bien, no tengo final... tengo sólo un presente lleno de aprendizajes, que a veces encuentra dejar alguna relación de sábanas y se encuentra con alguna que le recuerda a uno lo que es datear y darse la mano en el cine (y si, una no sabe lo que hacer en el dateo)... y aunque ya no espero ese gran evento de boda ni mi enorme vestido blanco, sí espero el encontrar esa persona que me compre tal cual y como soy, que esté dispuesto a compartir conmigo lo que el tiempo nos tenga deparado, que me haga reír y que me entienda y me comprenda tal como soy; también espero tener el chance de bailar mi canción de vals (eso sí no lo cedo) aunque sea una noche entre copas de vino y a la luz de la luna. Alguien que quiera una relación de sábanas y de mundo real, alguien que esté disponible emocionalmente para mí, alguien a quien no le de miedo en quién me he convertido, que me haga necesitarlo y uno que otro detalle romántico... Si, aún a mis treinta y tantos creo en el amor...